Racing salió a tirarle encima el Cilindro a Olimpo y, con una buena presión y aún mejor circulación de pelota, jugó un primer tiempo memorable, donde aplastó su rival. En el segundo tiempo, como siempre, terminamos sufriendo, pero no hay que quedarse con esta última imagen, sino con el enorme nivel de la primera mitad. Un partido que nos permite soñar con cosas grandes.
El gran nivel del equipo demostró algo que algunos sosteníamos: la pérdida de Gio se iba a amortizar con la vuelta de Yacob y Toranzo. Ellos hicieron jugar a todo Racing, un equipo que siempre optó por salir tocando desde abajo, pasándole la pelota a un compañero que siempre se preocupaba por mostrarse sólo; hasta que en un momento se partía el esquema, con un pase (cuchillazo) de Toranzo, con una gambeta de Lugüercio, o el jugadón de Lich y Teo en el tercer gol.
Así fue todo el primer tiempo y el comienzo del segundo. Antes y después del gol de Teo, Racing tuvo varias muy claras para cerrar con una goleada histórica (entre ellas, un penal que se anuló por un supuesto off side previo que nunca existió).
Pero somos Racing y no podía terminar así. En muy poco tiempo, por errores nuestros y algún acierto de ellos sin que nadie supiera cómo nos hicieron tres goles en siete minutos (igual que nosotros en el primer tiempo).
Faltaba mucho, media hora, y la sensación que tenía era rara. En el semestre anterior, Russo había logrado romper con la mala predisposición que habíamos adquirido en los últimos años, sobre todo con Caruso Lombardi, que, ganado por un gol, veíamos que el equipo se tiraba atrás y teníamos la certeza de que nos empataban (algo que terminaba pasando).
El Racing del año pasado me había devuelto la seguridad, pero en los últimos minutos del partido volvió el miedito y tenía encima el partido que acababa de jugar Newell´s, que empezó como para una goleada histórica y con un par de goles “raros” terminó empatando y pudo perderlo.
Pero nada pasó y si ves el resumen de jugadas te das cuenta que Olimpo prácticamente no tuvo jugadas de peligro en el cierre del partido.
Quiero terminar estas líneas diciendo que debemos pensar este partido como algo muy positivo, el equipo jugó un increíble primer tiempo, no fue una ráfaga de buen fútbol como contra San Lorenzo, sino una propuesta que salió desde el dibujo del técnico y que se pudo desarrollar por casi una hora de juego. Pensemos el segundo tiempo como algo que se hizo para reforzar la mística del equipo que sólo sabe ganar sufriendo y nada para preocuparnos.
El futuro es prometedor, como lo señala Víctor Hugo en su columna de hoy: “En el balance Racing, presionando como una semana atrás la salida de su rival, demostró fidelidad a lo que puede convertirlo en un equipo distinto en el fútbol actual. Habrá mejores, puede ganar otro el torneo, pero los de Russo insinúan que van a jugar a otra cosa”.
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