Para no escribir en caliente y que la entrada sólo sean líneas y líneas de putear a Laverni, decidí dejar pasar una noche para escribir sobre el partido contra Tigre. Cuando se fue la bronca, quedó la desazón, la sensación de que se nos escapó la pelea por el título y lo más grave es que fuimos nosotros los que tiramos esa posibilidad, porque equipo hay, faltará banco de suplentes, pero equipo hay.
Si bien falta mucho, las tres derrotas consecutivas (la cuarta en el torneo) luego de un muy buen comienzo son un golpe a la ilusión. Hay que esperar un par de fechas, Estudiantes y Vélez tienen Copa y San Lorenzo, si bien tiene jugadores, no lo veo con la suficiente fortaleza, pero el tema me parece que está en lo que tenemos nosotros y no tanto en los otros equipos, en cómo se nos escapan los partidos, los problemas atrás, la falta de banco, etc.
Hablemos del partido. Al comienzo, Racing entró muy bien y lo pasó por arriba a un Tigre que quedaba muy mal parado atrás (lo hizo todo el partido, sin importar el resultado); ahí es cuando el equipo local lastimaba con la velocidad de sus delanteros y su habilidad para picar a las espaldas y superar un pobre intento de los defensores rivales de dejarlos en off side.
Pero ese era el tema, Racing lastimaba (sobre todo Hauche y Téo) pero no hería (para diferenciar las acciones), llegaban a posición de mano a mano o encontraban un buen tiro pero chocaban con Islas o la tiraban afuera solo. Esa fue la primera clave del partido: Racing erró muchísimo.
Y como suele pasarle a Racing, en el primer y segunda ataque que tuvieron ellos se pusieron 2 a 0 y se acabó el partido. En el primero (24´ PT), en una jugada que se estaba acabando, un defensor nuestro despeja mal y habilita a Pernía. En el segundo (6´ ST), en un córner, Stracqualursi le gana a dos defensores que se quedan parado y aprovecha la mala salida de Fernández. Entonces, la segunda clave también es clara: Racing se equivocó dos veces en defensa y Tigre las aprovechó.
El equipo, igual que contra Lanús, sufrió mucho el impacto de los goles y no tuvo respuesta. Ni siquiera el descuento de Yacob, cuando todavía quedaban quince minutos, logró revivir a un equipo derrotado.
Pero estas dos claves no son suficientes para explicar el desarrollo del partido y su resultado, hubo una tercera, tal vez más decisiva que las anteriores: la clara predisposición del árbitro a que Racing no ganar el partido.
Antes de estar muerto, Racing estuvo sacado. A partir de un par de errores iniciales y una injustificada soberbia (podés entender la de Vilas, que fue un maestro en el tenis, pero nunca la de un sorete incompetente como este) Laverni fue creando un clima en todo el estadio que atentó contra el fútbol de un equipo que cada vez menos buscaba jugar y miraba más que hacía el árbitro, como esperando lo que luego sucedió.
Si bien fue algo de todo el partido, se pueden puntualizar un par de jugadas. La primera, a favor de él, el primer gol de Tigre, donde inicialmente pareció mano, aunque hoy vi que no hubo. Luego una falta muy dura contra Luguercio que cobró lateral para los visitantes. Sobre el final, cuando empezaron a tirar cosas, hizo más tiempo que los mismos jugadores de Tigre y luego, casi como provocación, cobró una falta dudosísima en el mismo lugar. Otra vez el equipo de Massa nos roba puntos.
Pero, naturalmente, la jugada del partido fue la expulsión de Licht, luego de una falta que hoy vi en Internet y es un invento de Galmarini (quien la semana pasada tomaba posturas altruistas, hablaba como defensor de una justicia ideal y se comprometía a ayudar a cualquier jugador en una situación similar a la suya; supongo que siguiendo eso, se presentará y pedirá que lo amonesten por simular y que le quiten al expulsión a Licht). “A mí no me aplauden”, dijo; y entonces hay dos soluciones: o dirige bien, o echa a quienes dejan en evidencia lo malo que es y optó por la segunda (por supuesto que esto no excluye de responsabilidad a Licht).
Hay que recordar que Laverni fue quien amonestó a Toranzo por no tirar un córner –algo que no hizo con el de tigre sobre el final del partido – cuando le tiraban cosas desde la tribuna, esa fue una de las cinco amarillas que hicieron que ayer no jugara.
Sobre la otra expulsión, la Fariña, si bien podemos ponerla en duda con el nivel de violencia con la que se está jugando, quiero hacer otra reflexión. Si bien el pibe hizo lo que tal vez yo hubiera hecho si estaba en el campo, si bien dio muestra de que le importaba estar perdiendo y que nos estén robando; con la falta de recambio que tenemos y la falta de respuesta que hay en el banco (Russo tuvo que hacer Lluy por Pillud, para cambiar las cosas y creo que no había otra cosa por probar), me hubiera gustado que muestre otro tipo de cosas, que agarrara la pelota y encare, que mande un mensaje de que, si estamos perdiendo, hay alguien por quién pedir.
La actuación del pibe, si bien entendible, nos deja peor parados que antes, Tenemos aún menos banco. No sabemos si hay alguien que pueda cambiarle la cara al equipo.
Entonces, podríamos resumir el partido de la siguiente manera: nosotros erramos muchísimo y el arbitraje de Laverni nos fue sacando del partido; mientras que Tigre se encontró con dos goles por errores nuestros y cerró el encuentro porque, igual que contra Lanús, el equipo quedó muerto.
Falta mucho para que termine el torneo, podemos vencer a Huracán (que viene inflado pero vacío en el interior) y ganar el clásico, lo que nos da un envión para pelear hasta el final. El campeonato es tan malo que un equipo con cuatro derrotas puede pelear hasta el final.
Pero para que esto suceda debemos corregir muchas cosas, desde lo futbolístico (sobre todo lograr solidez defensiva) y desde lo mental (tener respuesta ante los golpes, etc.). Además debemos ser muy consientes de lo corto el plantel, la falta de recambio y cuidarnos muchos de las tarjetas amarrilla, aún cuando los árbitros nos bombeen.
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