Marcando la clara diferencia con el clásico contra Independiente, sobre el partido de ayer sólo podemos decir bronca. Bronca porque perdimos. Bronca con quién perdimos. Y sobre todo bronca por cómo perdimos.
Porque si bien dolió mucho perder otra vez con River, en casa, con un hombre de más, lo que más desalienta es el mensaje que dejó el partido y el campeonato en general: no hay que apostar por el buen fútbol, por cuidar la pelota, porque el que gana es el mezquino, el cobarde.
River ignoró su historia, estuvo metido atrás todo el segundo tiempo y parte del primero (pareciera que al expulsión lo ayudó a definirse por un estilo de juego que le crea cierta resistencia) y se llevó tres puntos del Cilindro; pero la situación se agraba cuando el periodismo felicita al equipo y su técnico, los mismos que fueron muy cobardes la semana pasada por no salir a buscarlo en el segundo tiempo contra Godoy Cruz (coherencia, sobra).
Pero lo más grave es la actuación del árbitro, cómplice (necesario) de este juego patético, permitiendo que River cortara con falta cada vez el equipo sea cercaba a su área y que haga todo el tiempo que quiera.
River ignoró su historia, estuvo metido atrás todo el segundo tiempo y parte del primero (pareciera que al expulsión lo ayudó a definirse por un estilo de juego que le crea cierta resistencia) y se llevó tres puntos del Cilindro; pero la situación se agraba cuando el periodismo felicita al equipo y su técnico, los mismos que fueron muy cobardes la semana pasada por no salir a buscarlo en el segundo tiempo contra Godoy Cruz (coherencia, sobra).
Pero lo más grave es la actuación del árbitro, cómplice (necesario) de este juego patético, permitiendo que River cortara con falta cada vez el equipo sea cercaba a su área y que haga todo el tiempo que quiera.
Pese a la enorme cantidad de infracciones que cometió el equipo visitante, Pezota no fue capaz de amonestar a ningún jugador de ellos por reiteración de faltas, no sólo de un mismo jugador, sino de todo el equipo.
De los 45 minutos que duró el segundo tiempo, por lo menos siete, tal vez diez, se los tomó Carrizo para sacar desde su arco.
Y viendo por televisión la cómo le protestó al árbitro, Almeyda debió ser expulsado.
Por supuesto, esto no excluye a Racing del análisis. Al equipo no se le cayó una idea en el segundo tiempo, cuando River se le metió atrás, mientras que se reincidió en un tema clave, tal vez el principal problema este campeonato: no poder concretar la gran cantidad de claras situaciones de gol que genera (en el primer tiempo, dos claras de Téo y una de Hauche, que habrían cambiado el desarrollo del juego).
Después, hay otros temas que podríamos marcar como que el pibe Proclaba no tocó la pelota en todo el primer tiempo (reemplazado por Bruno en el primer tiempo), que el jugadón de Lamela nace de una pelota que perdemos nosotros de manera ingenua (Pillud la regala por no largarla); Toranzo estuvo morfón (aunque uno se pregunta si servía que al pasara a un equipo que te espera tan metido atrás).
Pero la verdad es que no tengo ganas de quedarme con estos temas menores. Mi bronca pasa porque perdimos un clásico, porque cuando arrancó el segundo tiempo pensé que lo dábamos vuelta, porque otra vez tuvimos al árbitro en contra y porque el equipo mediocre, cobarde volvió a vencer al que propone, al que busca algo distinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario